
El vuelo que cambió todo: la Policía Nacional en una misión de vida o muerte»
En las tierras apartadas del sur de Colombia, donde la selva abraza los caminos y la vida avanza al ritmo del río, la tranquilidad de la vereda La Reforma fue interrumpida por un momento de angustia. Leidy Patricia Bernate, una joven madre de 20 años, comenzó a sentir fuertes dolores. Su embarazo de 28 semanas estaba en riesgo, y en su memoria aún dolía la pérdida de sus gemelos prematuros. Esta vez, el miedo la paralizaba. No quería vivir nuevamente el desconsuelo de ver apagarse una vida antes de nacer.
El llamado de auxilio llegó hasta el Comando Jungla, grupo élite de la Dirección de Antinarcóticos de la Policía Nacional de Colombia, acostumbrado a enfrentar misiones peligrosas entre selvas y montañas. Sin embargo, aquella tarde la misión era distinta. No se trataba de un operativo contra el narcotráfico, sino de salvar dos vidas: la de Leidy y la de su bebé. Sin dudarlo, organizaron el desplazamiento, conscientes de que cada segundo podía marcar la diferencia.
Al llegar a la vivienda, los unifromados encontraron a Leidy debilitada, con el rostro pálido y los ojos llenos de angustia. Entre sollozos, recordó la tragedia que había marcado su maternidad pasada. El patrullero Rodolfo Girata Pinto, enfermero del destacamento, la asistió de inmediato. Tras evaluar el riesgo, determinó que debía ser trasladada urgentemente. Entonces, solicitaron apoyo aéreo para evacuarla hacia Puerto Asís, donde podría recibir atención especializada.
El helicóptero Black Hawk irrumpió en el cielo nocturno con su característico rugido de esperanza. A bordo, la joven fue asegurada y se inició un cuidadoso protocolo médico. Los policías y sanitarios monitorearon sus signos vitales, administraron oxigenoterapia y mantuvieron su temperatura estable. Cada uno de ellos, experto en situaciones límite, sabía que esta vez la batalla era contra el tiempo, no contra un enemigo armado.
En medio del vuelo, Leidy abrazaba la vida con cada respiración. Aunque el dolor crecía, también lo hacía la fuerza que la sostenía. Los uniformados, habituados a enfrentar la dureza del conflicto, se encontraron en silencio, admirando el valor de aquella madre que luchaba por la oportunidad de abrazar a su hijo. La noche era espesa, pero dentro de aquel helicóptero viajaba una luz única: la esperanza.
El aterrizaje en el aeropuerto de Puerto Asís activó un rápido despliegue médico. La joven fue trasladada al hospital local, donde los especialistas la recibieron con prontitud. Tras estabilizarla, se determinó su traslado a una unidad de mayor complejidad para continuar la atención. El bebé, aún resguardado en su vientre, mostraba signos favorables, frágil pero fuerte como un brote que insiste en nacer.
Sin embargo, la grandeza de esta historia no radica solo en los procedimientos médicos o en la tecnología del helicóptero. El verdadero acto heroico se encuentra en la humanidad de aquellos policías que dejaron de lado su misión habitual para convertirse en guardianes de la vida. Cruzaron trochas, selvas y cielos no para combatir, sino para proteger. Esa decisión es la que transforma una acción en una leyenda.
Hoy, Leidy y quienes fueron testigos de aquel vuelo entienden que la palabra héroe va más allá del combate. Significa ponerse al servicio del otro, incluso en los momentos más adversos. La Policía Nacional demostró que la seguridad también se construye desde la solidaridad, que proteger la vida es la misión más noble, y que en medio de la oscuridad, siempre puede alzarse un vuelo de esperanza.
Por: Emilio Gutiérrez Yance