Esta es la historia del sargento Sánchez que desafió la muerte
En el Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas, el sargento segundo Sánchez nos recuerda su historia, de cómo estuvo en estado de coma durante dos meses luego de sufrir afectaciones por artefactos explosivos improvisados en el año 2017. Siete años después, nos habla acerca de su recuperación.
José Sánchez Rojas, oriundo de San Luis, Tolima, nació en una familia humilde de campesinos, agricultores de plátano y yuca. Creció entre los campos de maíz y trabajó duro junto a sus padres, aprendió el valor del sacrificio y la disciplina desde su niñez. Inspirado por el deseo de servir a su país y proteger a su comunidad, decidió integrarse al Ejército Nacional, una forma de devolver algo a la tierra que lo vio crecer.
En un momento de aparente calma, el sargento se encontraba realizando un movimiento en un escuadrón motorizado por el sector del puente La Macaguana, en Tame, Arauca, donde habían sembrado cilindros bombas en ambos lados de la vía. El estallido de los explosivos improvisados fue devastador; lo dejó gravemente herido y sumido en un coma profundo. «Prácticamente quedé inconsciente en segundos y desperté a los dos meses sin saber lo que había pasado, dónde me encontraba y no podía reconocer a nadie», expresa el suboficial.
Después del atentado, uno de los mayores desafíos en su tratamiento ha sido fortalecer su memoria debido a la pérdida de masa encefálica. Sánchez dice al respecto: «No puedo recordar bien las cosas. Muchas veces, mientras camino, me desoriento y siento que pierdo el conocimiento. Debo detenerme, sentarme y esperar a que pase esa laguna mental».
Por esa razón, encontró su mayor fortaleza en su familia. Su esposa e hijas han sido un apoyo inquebrantable en los momentos más difíciles. Con amor y cuidado constante, lo motivan a luchar cada día por su recuperación. Las risas de sus pequeñas, Sara y Samantha, junto con el amor de Liliana, su esposa, son la mejor medicina para darle la fuerza necesaria y seguir adelante con determinación.
«Mis hijas han sido mi mayor motivación y apoyo. En ellas veo que Dios me dio una segunda oportunidad para verlas crecer, orientarlas y sentirme orgulloso de las carreras que elijan en el futuro», expresa el sargento Sánchez. Además, envía un mensaje a sus compañeros afectados por minas y otros artefactos, insistiéndoles en no renunciar a vivir plenamente, a pesar de las discapacidades que enfrenten.
Su valentía y servicio a su país lo llevaron a enfrentar uno de los mayores peligros en la lucha contra la violencia. Ahora, su batalla continúa, mientras su familia y compañeros mantienen la esperanza de su recuperación. Su sacrificio se convierte en un testimonio de heroísmo para quienes sirven en esta institución.