Campesino despojado en el Meta, resurgió de entre las cenizas y se convirtió en productor
Una hermosa vista adornada con colinas rodeadas de árboles frondosos y espesa vegetación, donde se respira aire puro y se siente el aroma de las flores silvestres, es la que diariamente se refleja en la retina y agudiza los sentidos de José Garzón, un campesino resiliente, quien a pesar de ser víctima del despojo paramilitar resurgió de entre las cenizas como el ave Fénix y se convirtió en productor.
Su hogar se llama “El Merey”, un predio restituido de 14 hectáreas a orillas de Caño Buenos Aires y ubicado en la vereda La Meseta, a 20 minutos del casco urbano de El Dorado, en el departamento del Meta. Allí, de la mano de la Unidad de Restitución de Tierras, desarrolló un proyecto productivo de cría de ganado doble propósito que lo convirtió en productor y comercializador de leche a las empresas Colanta y San Gerónimo.
El despojo
Al comenzar el nuevo milenio, José heredó de su padre una parte del predio “El Merey” donde residía con su esposa y sus hijos, y tenían cultivos de pan coger para el consumo familiar. Su suerte se tornó oscura y tenebrosa en el año 2001, cuando alias “Julián”, un reconocido jefe paramilitar de la zona, lo obligó a malvender su finca y a desplazarse a otro lugar. En ese momento, le ofrecieron $18 millones por el predio, pero finalmente le entregaron $14 millones, porque le notificaron que debía entregar $4 millones por derecho de guerra a alias “Don Mario” jefe de las Autodefensas.
Como si no fuera suficiente con el despojo, la tragedia continuó cuando en el 2016 un grupo al margen de la ley se llevó y posteriormente asesinó a su hijo Nixon, de 24 años de edad.
El regreso
Con el paso del tiempo, la familia Garzón, que continuaba sobreviviendo con el dolor de la pérdida de su ser amado, revivió la esperanza de recuperar la tierra que les arrebató el paramilitarismo. “Nos dijeron que gracias a la nueva ley podíamos reclamar la finca ante el Estado y por eso acudimos a restitución de tierras donde nos asesoraron y después de unos meses, un juez ordenó que nos devolvieran el predio. Eso fue una gran bendición para nosotros”, exclamó José Garzón.
“Esta tierra es lo más hermoso que puede haber, aquí vivimos rodeados de mesetas, agua, paisajes espectaculares”, cuenta José con su sonrisa a flor de piel.
Productor lechero
Además de la devolución material del predio, la Unidad de Restitución de Tierras le asignó a José Garzón y a su familia, $33 millones que se destinaron para la compra de siete vacas doble propósito, al mantenimiento e instalación de cercas, compra de insumos, construcción de un corral, una bodega y a la adecuación de un establo para realizar las labores de ordeño.
Meses después, cuando las reses dieron sus primeras crías, comenzó la producción de 1.500 litros de leche al mes. Don José logró un acuerdo con la empresa Colanta que le garantizó la compra de la producción actual y además la Unidad les gestionó un contrato de comercialización con la distribuidora Lácteos San Gerónimo.
“El Merey” pasó de ser un terreno enmalezado y abandonado a transformarse en una finca productiva en la que también hay cultivos de limón, ají, plátano y se inició la producción de gallinas ponedoras.
Reparación integral
El director de la Unidad de Restitución de Tierras en Meta, César Santoyo, explicó que la entidad, realizó acompañamiento y direccionamiento ante el Ministerio de vivienda para que el beneficiario fuera priorizado para la construcción de vivienda rural, que consiste en la entrega de un subsidio por hasta 70 salarios mínimos legales vigentes.
Como resultado de ese acompañamiento, los Garzón cumplen otro sueño: el de estrenar casa, porque con recursos del gobierno nacional construyeron en “El Merey”, una vivienda de 56 metros cuadrados que consta de tres habitaciones, sala comedor, baño, cocina, lavadero y un tanque de reserva.
“La historia de la familia Garzón evidencia que la genuina reparación radica en que la política de restitución de tierras permite la sostenibilidad del retorno a la tierra a través de la generación de una vida productiva para los campesinos”, concluyó el director de la URT en Meta, César Santoyo.