Octubre, un mes de miedos, ansiedad y tristeza más allá de Halloween

Octubre es tradicionalmente un mes asociado con la diversión y el colorido de Halloween, pero también puede convertirse en una época difícil para quienes experimentan miedo, ansiedad o tristeza. En estas fechas, las emociones pueden intensificarse y llegar a manifestarse en forma de fobias o malestares emocionales que alteran la vida cotidiana.

La psicóloga clínica María Clara Arbeláez explica que, aunque el miedo es una respuesta natural y que responde al instinto de supervivencia, “cuando se vuelve desproporcionado frente al estímulo o impide realizar actividades diarias, deja de ser adaptativo y se convierte en un obstáculo para el bienestar”.

Halloween y las fobias más frecuentes

Durante la temporada de Halloween se evidencian con mayor frecuencia la coulrofobia, miedo a los payasos, y la samhainofobia, miedo irracional a la celebración. Aunque pueden parecer poco comunes, estos temores afectan tanto a niños como a adultos. La presencia de disfraces, decoraciones y sonidos de terror puede resultar abrumadora para quienes son especialmente sensibles a los estímulos.

Arbeláez señala que “el miedo a los payasos suele relacionarse con la forma exagerada en que se representan: maquillajes intensos, sonrisas forzadas y gestos desproporcionados. Esa mezcla de familiaridad y rareza puede generar una sensación de amenaza”.

Mas allá del miedo: ansiedad y tristeza en octubre

La especialista advierte que no se trata únicamente de fobias relacionadas con Halloween. Octubre, con sus características sociales y culturales, también es un mes en el que aumentan los episodios de ansiedad y tristeza. Factores como el cansancio acumulado del año, las tensiones académicas y laborales o incluso los cambios en la rutina contribuyen a que muchas personas sientan un mayor nivel de vulnerabilidad emocional.

En palabras de la psicóloga: “El miedo no siempre se expresa en un disfraz o en una escena de terror. A veces, detrás de una fobia o de la tristeza persistente hay un llamado de atención hacia algo más profundo: una necesidad de afecto, de seguridad o de ser escuchado”.

El impacto en la infancia

Los niños, en particular, pueden ser más vulnerables. Para ellos, las imágenes de brujas, monstruos y payasos no siempre son vistas como un juego. En muchos casos, se convierten en detonantes de pesadillas o en motivos de rechazo a la participación en actividades sociales.

Arbeláez, directora científica de Avance Crecimiento Personal, explica que estas reacciones no deben minimizarse: “Si un niño manifiesta miedo de forma recurrente, es importante escucharlo con atención. Puede ser que esté disfrazando otro tipo de inquietud o vivencia. Lo esencial es abrir un espacio de diálogo y dar seguridad”.

Recomendaciones

  • Preparación emocional: hablar con anticipación sobre lo que encontrarán en las actividades de Halloween y permitir que decidan si quieren participar.
  • Respiración consciente y pausas activas: practicar técnicas simples de respiración para reducir la ansiedad en momentos de tensión.
  • Escucha activa: prestar atención al lenguaje verbal y no verbal de los niños y jóvenes, evitando ridiculizar o invalidar sus emociones.
  • Acompañamiento psicológico: acudir a un especialista cuando los miedos se intensifican y comienzan a interferir con la vida escolar, laboral o familiar.

Una oportunidad para transformar los miedos

Octubre puede ser un mes desafiante, pero también una oportunidad para resignificar los temores. Identificar las emociones, darles un espacio y trabajarlas con herramientas adecuadas, permite prevenir que se conviertan en un problema mayor.

“Hablar de miedos no es una señal de debilidad, sino un acto de conciencia y cuidado personal. Reconocerlos y pedir ayuda profesional es el primer paso para transformar la ansiedad en bienestar”, concluye María Clara Arbeláez.