
Colombia: un país Megadiverso
Por. Jaiver Rojas - Fotógrafo de Naturaleza
El calendario marca el 4 de octubre y, aunque para muchos es un día cualquiera, para los que caminamos observando el panorama, esta fecha es una celebración silenciosa: el Día Nacional de las Aves en Colombia.
En un país megadiverso como el nuestro con más de 1.900 especies registradas, el número más alto del planeta, tiene en las aves un espejo de su grandeza natural, desde los colibríes diminutos que parecen fragmentos de arcoíris suspendidos en el aire, hasta el majestuoso cóndor andino que vigila desde las alturas, cada especie es un relato de adaptación, de resiliencia y de belleza.
Pero hablar de aves en Colombia no es solo hablar de números, es hablar de caminos recorridos por campesinos al amanecer, de mochileros que se pierden en la selva con los binoculares al cuello, de fotógrafos que, como yo, esperan durante horas para capturar un destello de plumas en medio del follaje, observar aves se convierte en un acto de paciencia, casi espiritual, donde uno aprende a escuchar el silencio y a mirar más allá de lo evidente.
“Ver, mirar y observar no son lo mismo”, me repito cada vez que salgo al campo, ver un ave es dejarla pasar, mirarla es quedarse con sus colores, pero observarla es dejarse enseñar por ella. Y es que las aves son maestras: nos enseñan que la libertad es un derecho, que la belleza está en los detalles, que la vida es frágil pero también persistente.
En un país que guarda la mayor diversidad de aves del mundo, la responsabilidad no puede ser otra que protegerlas. Cada bosque talado, cada humedal contaminado, cada páramo olvidado es un hogar que se pierde para ellas y para nosotros. porque al final, cuidar de las aves es cuidar de nuestra propia casa.
Hoy, en este Día Nacional de las Aves, la invitación es simple pero poderosa: levantar la mirada, observar el cielo, escuchar el canto que nos despierta cada mañana, dejarse asombrar por esas pequeñas joyas aladas que convierten a Colombia en un paraíso de plumas y cantos.
Porque más allá de la fotografía, más allá de la estadística, las aves son memoria viva de un país que late con diversidad, y que tal vez ahí radique su mayor enseñanza: nos recuerdan que aún podemos volar más alto, si aprendemos a cuidar lo que nos sostiene en la tierra.
Recuerden Ver, mirar y observar.